El fichaje estrella del Real Madrid, Franco Mastantuono, se encuentra en el centro de un debate reglamentario tras debutar con el primer equipo en el partido contra Osasuna. El joven argentino, adquirido de River Plate por 62,7 millones de euros, ha sido inscrito con ficha del Castilla y luciendo el dorsal 30, una elección que responde tanto a motivos sentimentales —era su número en River— como a estrategia administrativa del club blanco.
Esta situación ha generado críticas por un supuesto 'fraude de ley', con referencias al artículo 125 del Reglamento de la RFEF, que prohíbe utilizar la relación filial para eludir normativas. Sin embargo, un análisis más profundo revela que esta práctica está ampliamente extendida en LaLiga y cuenta con numerosos precedentes.
El reglamento establece claramente que cualquier jugador menor de 23 años inscrito en un filial puede alternar entre ambos equipos sin limitaciones, siempre que posea licencia válida y no esté sancionado. La única restricción sería demostrar una inscripción realizada con 'mala fe' para burlar las normas de dorsales o conseguir ventajas competitivas indebidas.
Aunque Miguel Galán, presidente de CENAFE, ha advertido sobre una posible 'alineación indebida', los especialistas coinciden en que sería difícil que prosperara una sanción, ya que Mastantuono posee una licencia federativa válida y su dorsal está habilitado para competir.
En las últimas dos temporadas, más de diez futbolistas han jugado regularmente en Primera División estando administrativamente registrados con filiales. Equipos como Betis (Chadi Riad, Sergi Altimira), Sevilla (Agoumé, Mejbri), Las Palmas (Araujo, Fábio Silva, Essugo), Cádiz (Navarro, Pires), o Valencia (Valera) han utilizado este mecanismo sin consecuencias disciplinarias.
Esta fórmula permite a los clubes gestionar mejor sus plantillas y cumplir con el límite salarial impuesto por LaLiga, liberando fichas profesionales para posibles incorporaciones sin vulnerar la normativa. La situación de Mastantuono se ajusta a una práctica legal y ampliamente aceptada en el fútbol español, por lo que las posibilidades de una sanción son prácticamente inexistentes.